martes, 1 de febrero de 2011

De nuevo en la Media Luna...

En esta ocasión el tercer encuentro de niños se hizo en la Media Luna, que después de tantos años, algo ha cambiado al igual que sus visitantes.

¿Recordáis el voladizo? Ese donde se embarcaban los balones de fútbol de esos interminables partiditos que jugábamos. Para recuperarlos subíamos por una cabina teléfonica que se encontraba a la altura de Tejidos Toro, y luego, descendíamos por una de las columnas de hierro. Pues bien, el voladizó que tantas veces nos sirvió de cobijo, lo tuvieron que demoler porque sus huesos ya no podían con él.

También, han desaparecido esos bancos de graba y cemento, que en verano después de pegarles el sol de mediodía se ponían para freir huevos. Imposible sentarse en ellos en las primeras horas de la tarde. Eso sí, cuántas veces jugamos entre ellos al coger o a pie cojito...

En el centro de la Media Luna, donde estaba la pista de cemento que diariamente cruzaba Federico el ferretero para ir a su almacén, han puesto una fuente que alegra mucho el entorno. Muy cerca de ella nos colocamos para el primer refrigerio.

Primero visitamos el bar La Carbonería, a la altura del número 12 de la calle Mejillón. Allí estuvimos de cháchara un rato tomando una cerveza, viendo al mismo tiempo, muchas caras conocidas e intentando averiguar sus nombres. "Ese me parece que es fulanito y este otro sutanito"... Una curiosidad es que de una de sus paredes cuelga una antigua fotografía de un equipo de chavales del barrio con algunas caras conocidas.

Luego, seguimos con la guasa en el bar, donde en su día comprábamos pavías, tomándonos unos montaditos y riéndonos de las ocurrencias del personal en uno de los veladores que hoy ocupa la plazoleta que ya no tiene tierra. ¿Se acordáis de las polvaredas que levantábamos en esos partidos de fútbol y las mujeres quejándose de que no nos estábamos quietos ni un minuto? Menudos barullos ¿eh? No necesitábamos más, allí jugamos según tocara a lanzar cariocas, a la lima, al trompo y a las canicas ¿cómo decíamos: nicli, nacle y cholacle?; a palma arriba palma abajo...al cielo voy, a las estampitas de fútbol, a las chapas; a la lata, a policias y ladrones...hasta que se escuchaban algunas madres desde sus balcones “iiiiñññooo....sube parriba”. Y alguno de nosotros respondía “...un ratito más...”. “Que no, que no... que subas ya parriba”. “Anda, anda, déjame...un ratito, un ratito na más...ojú”.

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